viernes, 1 de agosto de 2008

El Eclipse


El sueño se desarrolla en un hospedaje, lleno de habitaciones, pasillos y escaleras. Todo ordenado en una construcción de varios pisos, que posee una atmósfera de tiempo pasado, es más, no parece ser el presente sino comienzos del pasado siglo XX.


Es tal vez de día. A través de las ventanas no ingresa mucha luz del exterior, como si densas nubes cubrieran el cielo, dejando el interior en penumbras a la luz de ninguna vela.


Desde la izquierda tres hombres transponen la entrada, caminan juntos uno al lado del otro, altos y corpulentos, más que cualquiera de los ahí presentes. Se sabe sin decirlo: son los hijos del Zar. El primero desde la izquierda es totalmente calvo, de rostro serio y fruncido, envuelto en gruesa capa oscura, algo raída y vieja. El del medio posee claros cabellos que le caen hasta por detrás de los hombros, se muestra firme y decidido. El del lado derecho es casi impresente, una sombra a la cual no se le puede ver facción alguna; ligeramente separado de los otros dos.


El personaje central es el único que habla, pide cierta información y luego tras una seña a sus hermanos estos se retiran por el lado derecho. Él se queda, mira a la derecha girando levemente el rostro, al confirmar la partida de sus hermanos se me acerca e inclinándose algo hacia mí me pide en voz baja que le ayude a deshacerse de ellos.


No quiere que se vayan sino matarlos.


Esto me inquieta profundamente pues no deseo participar en ese acto; pero es uno de los hijos del Zar, alguien a quien uno no se puede negar, puesto que yo podría terminar como el muerto número tres.


Cavilando estas cuestiones recorro los pasillos del hospedaje, este de forma natural se empieza a iluminar desde el exterior, como si las nubes se estuvieran disipando. Le comento a algunos compañeros lo ocurrido muy escuetamente. Mi repulsión inicial a participar de estos hechos se tambalea ante la posibilidad de acabar muerto por este hijo del Zar.


Comentario: A las 05 horas, 12 minutos y 28 segundos de hoy, primero de agosto de año 2008, hora de Lima se produjo de forma total el Eclipse previsto para hoy. Para la astrología védica el signo solar actual no es Leo, como en el horóscopo tropical, sino Cancer; es ahí en Cancer donde se ha producido el fenómeno.


El hospedaje nos refiere a Cancer, la ausencia de luz al Sol, en el mismo signo pero siendo tapado por la Luna, por ello la oscuridad en esa casa. Al iniciarse el eclipse tres astros se hallaban dentro de Cancer: Mercurio, Ketu y Venus. Este último dejó Cancer antes del momento central del fenómeno pasadas las 05 horas en Lima. El Zar (el Sol), está ausente de varios modos: Está siendo tapado por la Luna y en ese horario aún ni ha amanecido. El Zar es el emperador ruso y este evento estelar solo pudo ser visto de forma completa en la región de Siberia.


Las intenciones de los hijos del Zar, por lo menos de uno de ellos, queda a libre interpretación.

lunes, 16 de junio de 2008

Anomalía


Las puertas del ascensor se abren. El interior es un juego de espejos del techo al suelo. Al ingresar veo mi reflejo y el de mi acompañante. Una mujer, al parecer una conocida, vestida en un traje de oficinista con lentes de marco oscuro.

Del lado opuesto a las puertas del ascensor, desde el espejo mismo un brazo ha emergido y detrás, en el espejo, un hombre de piel oscura, cabellos estilo rasta nos observa. Al verlo digo: "Anomalía." Pero no pretendo describir el hecho, lo digo más como si este fuera él, pronuncio su nombre.

De un momento a otro ya se encuentra fuera, ha tomado a mi acompañante, la ha cargado sobre su hombro izquierdo como quien lleva un costal y ha vuelto a ingresar al espejo, caminando del otro lado por los pasillos que tengo a mis espaldas; pero dentro del espejo.

Me he convertido en un observador. Tampoco veo mi reflejo.

Un gruñido a mis espaldas me hace voltear. Se acerca una leona determinada en seguir al "secuestrador", la veo y pienso en un ángel protector. La leona entra en el espejo.

domingo, 18 de mayo de 2008

Visiones


4 de Mayo de 1991. De noche, en la sala de casa, con la luz apagada me encontraba acompañado de Leonor, hermana de mi abuela. La habitación recibía la luz del dormitorio, en aquella penumbra la plática con Leonor me hizo ver por la ventana.

Allá afuera, en el cielo nocturno, vi la Luna elevándose por sobre los edificios; pero esta era una Luna poco común, pues como si se hallara en una órbita más próxima su tamaño era 7 veces mayor.

Me asombré al verla así. Se veían claramente los cráteres de su superficie. Incluso pude ver algunos cráteres iluminarse. Alrededor de la Luna empezaron a aparecer puntos luminosos como estrellas, primero de color blanco, luego de color violeta.

De forma imprevista, desde detrás de la enorme Luna apareció una figura aun más gigantesca. Un oso de pelambre negra parado sobre sus patas traseras que debían encontrarse bajo el horizonte se mostraba amenazante, listo para atacar, enseñando sus garras y colmillos.

Más que atemorizado, asombrado me pregunté como era posible que una bestia así pudiera existir y vivir en el espacio.

Un otro Yo


Viajaba en un bus interprovincial con varias personas, todas conocidas. Era de noche. Las luces del bus estaban encendidas, el camino por el cual viajábamos era alto pues viendo hacia abajo se observaban montañas.

Llegamos a nuestro destino. Paramos en el camino. Me apresuré en bajar, pudiendo ver las montañas al frente; una de ellas mostraba una senda de largos rectángulos sinuosos y escalonados que descendían suavemente por los contornos de su pendiente. La ruta conectaba con nuestra ubicación. Con la misma prisa con la que bajé recorrí este camino acompañado de otra persona.

Un corte abrupto en la senda terminaba en un abismo que supuse tendría unos 800 metros de caída. Más allá empezaba un valle amplio y carente de vegetación. Al centro de este valle podía verse una pirámide similar a las egipcias que tenía a su lado una gigantesca camioneta de color rojo. Le dije a mi acompañante, un guía lugareño, conocedor de la región: "Ayudame a bajar cholo."

Sin medir el riesgo empecé a descender por la escarpada pared del abismo. No pudiendo sostenerme, caí junto a mi acompañante observando sin preocupación mi caída. Como si fuera la escena de una historieta bajo nosotros, avanzando en nuestra dirección, apareció un camión lleno de colchones; pero siguió adelante, más allá del punto en el cual impactaríamos contra el suelo. Providencialmente, en lo que se podría considerar un acto mágico, un colchón apareció debajo nuestro justo antes de estrellarnos; pero su presencia pareció servir de poco pues por la altura de la caída y nuestra velocidad rebotamos a gran altura volviendo a caer esta vez duramente sobre el suelo, quedando ahí inertes como dos muñecos.

Giré mi cabeza mirando hacia arriba viendo el punto desde donde nos desprendimos. La gran montaña mostraba dos paredes lisas que formaban un ángulo muy agudo. Sin saber como estaba ni preocuparme por mi cuerpo observé a un hombre vestido con una túnica blanca aproximarse.
Su cuello era largo, sus cabello lizos y rubios le llegaban por detrás de la nuca. Sus rasgos eran finos y nada habituales.

Llegó hasta donde se encontraban dos seres también vestidos con túnicas blancas y mucho más altos. Algo me decía que tenían un "rango" superior. No podía ver sus rostros, pues a manera de una distorsión, lo que parecía ser nubosidad rodeaba esta parte de sus cuerpos desde sus hombros.

Cuando llegó junto a ellos el primer ser, les preguntó: "¿A quién se engañó?" Ellos respondieron que a nadie, desenvolviéndose una conversación que no recuerdo. Antes de retirarse, el que llegó junto a ellos volvió a hacer una pregunta: "¿Y si fracaso?" Recibiendo como respuesta: "Seras medido."

Mientras se desarrollaba la conversación entre ellos, me sentí identificado con el que hacía las preguntas llegando a pensar que era yo con otra apariencia. Este ser se retiró lentamente; mientras lo hacia se transformó en una pequeña esfera de luz blanca, radiante, del tamaño de un puño, marchándose con movimientos erráticos.

Mi primer sueño consciente


19 de Marzo de 1991. Sé que tenía un sueño común hasta el momento en que fui consciente de que las escenas eran un sueño. La sensación fue muy particular pues no me había ocurrido antes.


Observaba una habitación, una ventana y tras ella un jardín. Era un lugar conocido , una casa ubicada en Surquillo. Por la luz que entraba por la ventana parecían ser entre las 7 u 8 de la mañana. Las cortinas cerradas translucían desde el jardín un agradable tono verde, reflejo del color de las paredes.


Me sentía en ese momento tan despierto como ahora al escribir estas lineas. Eso les decía a las personas que se encontraban en la habitación conmigo. Todos me observaban extrañados. Me senté, sabía que estaba dormido, acostado en mi cama; pero estaba ya "despierto". Entonces en esta situación me hice la pregunta: ¿Cómo hago ahora para despertarme?


Luego de cuestionarme por un momento me llegó un sopor. Me dormí en el sueño y desperté en mi cama. Serían las 5.45 a.m.


Para mí todo esto aparte de ser fascinante me dejó todo un mensaje muy simbólico.

Regeneración


Estaba en casa, en la primera pieza. Las cortinas de la ventana estaban cerradas poniendo la habitación a oscuras. Sobre una mesa o tal vez la antigua maquina de coser que mi madre tenía ahí, no estoy seguro, se hallaba un plato de color blanco que tenía en él un pedazo de carne cruda.


Miré la carne sobre el plato. De repente la carne empezó a moverse. Mientras lo hacía, ganaba masa y de ella empezaron a salir huesos, venas, músculos. El color rojo de la sangre le daba una apariencia viva. Diferentes órganos aparecían, luego la piel misma hasta el punto de empezar a ver a la vaca misma frente a mi. Un orificio cerca de su pecho fue la última parte en cerrarse. Ahorra el animal completo estaba frente a mi.


Recuerdo que en la época en que soñé esto, mi madre se hallaba hospitalizada. Un amigo, Enrique, a quien le conté este sueño, relacionándolo más con el tiempo y sus efectos, me hizo notar la relación entre mi madre hospitalizada y su recuperación, el trozo de carne y su regeneración.

domingo, 4 de mayo de 2008

Signos en los Cielos


Me encontraba por una calle. Era temprano. Las casas de los alrededores eran de un solo piso siendo similares entre si. El cielo no tenía ninguna nube.

Giré la cabeza hacia un lado y en el cielo en esa dirección dos grandes nubes de perfecta forma rectangular. Ambas nubes formaban una cruz. La nube que vendría a ser la vertical era ligeramente más grande que la otra. Pude notar que entre ellas no había contacto, pues la vertical se encontraba sobre la horizontal.

Caminando hacia la cruz, me encontraba ahora sobre un camino de tierra que se dirigía a una iglesia situada en una elevación a manera de una colina. Más adelante un grupo de periodistas estaban filmando el evento. Me fui aproximando a uno de sus puestos de observación que lucía como el puesto de un lustrabotas, lleno de cámaras con diversos tipos de lentes y teleobjetivos dirigidos al cielo. Al observar por uno de aquellos dispositivos no pude ver las nubes; las cámaras no podían captar la escena.

Al retirar la vista del visor de la lente y ver con mis propios ojos, observé que la barra vertical ya no estaba. Solo la horizontal permanecía, justo sobre mi. Se había acortado un poco dándome la impresión de ver un libro abierto. Un libro en el cual podían verse palabras escritas. Cada letra era un espacio en la nube por el cual se apreciaba el cielo. Del lado izquierdo las letras eran de aspecto arábigo; a la derecha letras en nuestro alfabeto formando palabras en un idioma desconocido.

Mientras pasaba esto el Sol se hallaba detrás de la nube y de un momento a otro el Sol ya no estaba más, sino que ahora aquel "libro" era el Sol, brillando con luz propia de tono algo blanco azulado.

Apareció a un lado un sacerdote que tenía un libro ancho de cubierta negra entre sus manos, sosteniéndolo a manera de biblia. Abriéndolo con la intención de descifrar el mensaje buscó entre sus páginas hasta que encontró el significado de las palabras escritas en los cielos. Decía: "La Esmeralda está detrás de la Virgen."

En ese mismo instante, por uno de los lados, apareció un hombre vestido con una túnica blanca. La túnica llevaba en el pecho una imagen de aspecto plástico pegada y en relieve. Era una virgen también de color blanco. A él no pude verle el rostro.

Con cuidado tomó con una de sus manos la imagen un su pecho despegándola. Detrás de la imagen, sobre la túnica, había una esmeralda más larga que ancha.

sábado, 3 de mayo de 2008

El peso de la imagen


Recuerdo uno de mis sueños cuando niño. Nunca se lo he contado a nadie, nunca lo haré.


Sus imágenes, a pesar de su brevedad, eran tan fuertes para lo que se supone es la frágil mente de un niño que parece imposible que un pequeño tenga un sueño así. A pesar de ello (creo), no me ha atormentado y creo que aún espera que resuelva el significado que entraña, desplegando en mi vida su fuerza arquetípica.